Una vez nos dijeron que los mapas de Venecia tenían algunas fallas en las descripciones de callecitas y pasadizos laberínticos. Después comprobamos con la experiencia de estar ahí que era cierto.
Pero también escuchamos otra versión más romántica: eran mapas truchos que a propósito indicaban mal las direcciones en detalle. Esa versión nos gustó más. Todos merecemos perdernos en Venecia, y guiarnos por los estímulos a la vista.
Podemos buscar puentes, seguir calles principales o periféricas. Y también podemos dejarnos llevar por los colores de las casas: amarillos, ocre, crema, naranja claro, durazno, verde agua, marrón claro, y por supuesto excepciones como violetas o azules intensos.
Perderse y seguir perdiéndose como sinónimo de entregarse a la vida y dejar de controlar cada acción