Wildling es una película que divide aguas sin dudas. Gusta o genera rechazo, pero sin medias tintas. Su tramo inicial es como escuchar un cuento terrorífico antes de irnos a dormir: perturba y sorprende. Más allá de su comienzo y su recta final, no es una propuesta de terror en el término conocido, más bien retrata la psiquis perturbada de una joven que tras 16 años de encierro se enfrenta al mundo y a la libertad por primera vez.

Desde su nacimiento –o por lo menos desde que ella tiene memoria-, Anna (una inquietante actuación de Bel Powley) vivió encerrada en una habitación protegida de las criaturas salvajes que devoran niños. Eso le dice su padre, ella jamás se atrevería a cuestionarlo. Tras una serie de incidentes vinculados con ‘enfermedades’ que va padeciendo en su reclusión, un hecho que no vamos a revelar acá cambia la vida de Anna. Conoce a la sheriff del pueblo, Ellen (Liv Tyler), quien la ayuda a insertarse en una vida normal. Peeero el guionista se reservó más de una sorpresa para el tramo final de la historia, con un giro inesperado que hecha luz a todas las dudas que teníamos desde el comienzo.

Por Damián Serviddio