Thelma Demarchi: «Quisimos romper con la convención de estar sentados en una sala de teatro»

En el último año la pudimos ver a Thelma Demarchi en tres proyectos completamente diferentes: «Chau» de Martín Marcou, «La penúltima oportunidad» de Rafael Bruza y «Aceite de mariposa», creado por ella misma junto a Ricardo Lago Oliveira e inspirado en el universo emocional de ‘La mujer rota’ de Simone de Beauvoir. Este último espectáculo, en aquel momento aún sin nombre, se gestó durante la realización de las dos primeras obras.

«‘Aceite de marisposa’ fue un autoregalo que quise hacerme, trabajando cuestiones que tenía ganas de hacer como actriz y que muchas veces no se da la posibilidad de que te llamen para hacer eso. Es como comprar la pelota, invitar a jugar a todo el mundo, pero la pelota es mía», nos dice Thelma entre risas. «El proceso de creación comenzó con algunas imágenes que yo tenía en ese momento que estaba estudiando con Alejandro Catalán. En el último día, en el último ejercicio entré en un estado emocional en que que quería seguir profundizando. Tenía algunas cosas escritas, había leído por segunda vez ‘La mujer rota’ y con eso contacté a Ricardo y le dije que quería armar algo con todo eso y que fuera emocionalmente explosivo».

-Y eso es lo que se ve como espectador. En el comienzo hay algo de comedia, pero a medida que nos vamos metiendo en ese mundo hay un dramatismo que golpea fuerte. ¿Hay mucho de autobiográfico en el texto?
-En realidad no, y aclaro esto porque creo que está bueno decirlo. Yo tengo una mamá que siempre me bancó en todas. Nada que ver a esa madre tan exigente de la obra. Incluso se vino desde Córdoba para el estreno. Casualmente, porque tuve una mamá tan amorosa es que yo puedo atreverme a contar sobre esta madre que no tiene nada que ver. Si no hubiera sido así creo que yo no llegaba al estreno.

-Salía más barato que hacer 20 años de terapia.
-No te creas, con lo que sale hoy hacer teatro independiente. Pero creo que tiene que ver con lo universal del tema. Muchos me dicen ‘me dejaste pensando en tal o cual cosa’ y se van enganchando con distintas partes de la obra. Aunque no tenga que ver con tu historia personal hay algo que empatiza. Es verdad que cuando yo estoy sufriendo en escena es tan honesto lo que siento que las personas piensan ‘Pobre piba, vamos a abrazarla’.

-Es de esas obras que te llevan a momentos que te interpelan pero también están esos momentos que descontracturan un poco.
-Cuando hicimos el primer gran borrador que hubo de la obra nos miramos con el director y dijimos ‘Vamos a matar a la gente’. Como a los dos nos gusta el humor, nos gusta la ironía, le empezamos a poner estos ‘pulmones’ con los que la gente se ríe y descomprime un poco.

-¿Cómo fue trabajar con Ricardo?
-Ricardo fue una de las primeras personas que conocí cuando llegué a Buenos Aires hace unos veinte años porque estábamos filmando un piloto de tele. En ese momento me propuso incorporarme a un grupo que hacía humor y fue la primera persona que me llamó para trabajar acá. Somos amigos y trabajamos varias veces juntos. Él tiene una forma de trabajar en una especie de espejo, va dirigiendo poniéndose en el lugar del actor. Se va metiendo con vos para hacer el laburo. El día del estreno se sentó a disfrutarlo.

-Otra vuelta de tuerca es que la obra no se hace en la sala de Tole Tole sino en la sala de ensayo.
-Exacto, nosotros queríamos lograr que la gente se preguntara qué estaba pasando. Que cada silla fuera diferente. Lograr que se sintieran dentro de la escena y no en un teatro. Por eso había que romper con la convención de estar sentado en una sala de teatro. Que estuvieran dentro de los ambientes que va recorriendo el personaje.

Aceite de mariposa está todos los domingos a las 18 horas en Espacio Tole Tole, Pasteur 683

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