Lo primero que hay que tener en cuenta para ver la serie creada por Manolo Caro es que no es la típica telenovela mexicana con la que nos hemos cruzado en algún televisor de mamá, una tía o la abuela. No, ¡nada de eso! Recreando el espíritu del culebrón y con guiños al filme noir, la primera temporada de esta serie disponible en Netflix presenta 13 capítulos sólidos para pasarla bien.

La historia gira en torno al “deber ser” de la aristocrática familia De la Mora, que ya en el primer capítulo -con el suicidio de Roberta- muestra la hipocresía patriarcal encarnada en Ernesto (Arturo Ríos) padre de familia y hacedor de una doble vida. Las flores –aquí y allá- serán partícipes de venganzas, disputas familiares y conflictos asociados a la identidad. Los roles están muy bien interpretados. La aparición atípica de Verónica Castro en el rol de Virginia muestra una sólida construcción de madre tradicional a la que le cuesta admitir la realidad y deseos de realización de los otros miembros del clan, y tiende a la negación y sobreprotección forzada. En esos vínculos, el rol de Cecilia Suárez (Paulina) merece una mención distintiva porque con una ingeniosa cadencia al hablar –y una fantástica interpretación- muestra las tramas que hilvanan las mentiras, los ocultamientos y secretos que más riqueza agregan al argumento central.
También resulta ingenioso el tratamiento almodovariano que Caro logra en la fotografía, los personajes secundarios y las locaciones elegidas. Una manera ingeniosa de desmontar a una comunidad exclusiva mexicana de imagen bien, y reflexionar sobre el peso que tiene en las nuevas generaciones algunas tradiciones con ataduras religiosas y conservadoras. En esa línea, el estreno recrea algunas luchas actuales de la comunidad LGBT mexicana y presenta la viralización tecnológica de un oculto amor homosexual (en una escena jugada del guión), así como a una mujer transexual, encarnada por Paco León (María José).
Los capítulos son cortos (entre 27 y 37 minutos) y están bien construidos para hacer una maratón de fin de semana. Una recomendación: mirá el capítulo 1 y date una oportunidad con el 2, ahí enganchás el ritmo crudo y desparejo de estos personajes irritables y adorables. Las temporadas 2 y 3 vamos a hacer de cuenta que jamás existieron 😉
Por Marcos Mutuverría