Para ir a Biarritz desde San Sebastián -donde estabamos hospedados- tomamos un tren hasta Hendaia (€2,65) y de ahí otro más (€4,50) hasta la ciudad costera francesa. Caminamos unos cuarenta minutos desde la estación hasta el paseo costero donde la explanada del casino tiene varios bares con vista al mar. Pueblo de origen ballenero, tiene una población estable de unas 24.500 personas y está a unos 50 kilómetros de Donostia. Un paso obligado es la chocolatería Henriet, aunque sea para un macarrón o una porción de torta.
Dato curioso: Biarritz forma parte de la comunidad de aglomeración de País Vasco creada en 2017.

La Rocher de la Vierge es el paseo más común para quienes visitan Biarritz. Partiendo desde la Playa Grande se toma hacia la izquierda por el paseo costero. Hay tantas opciones para recorrer la zona que una serie de chapones indican los caminos saludables a orillas del mar.
Las formaciones rocosas que tienen la estatua de la virgen desde 1865 se adentran en el Golfo de Vizcaya y es un buen lugar para sentir toda la fuerza de la naturaleza si es un día de mucho viento. Además, el antiguo puente de madera fue reemplazado por uno de hierro que brinda más confianza.
Nos tocó un clima bastante frío en Biarritz y por eso nada mejor que entrar en calor con el riquísimo chocolate caliente de @dodin.biarritz. Eso y la vista del mar reconfortan la tarde.

¿Pero cuál es el origen del chocolate caliente? Hay varias historias dependiendo del país en donde se averigüe, pero en Francia y España era una bebida de moda entre la aristocracia, un sabor importado desde América. Por lo que pudimos leer, fueron los mayas quienes inventaron esta bebida, la cual hacían mucho más amarga si se la compara con la que habitualmente consumimos. ¿Ustedes tienen algún lugar favorito para tomar chocolate caliente? Los leemos en los comentarios y en nuestras redes sociales 🙂
En Guatemala se consumó buen chocolate calientito, por ser una bebida de origen Maya.
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Vamos a tener que ir 🙂
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