Angie Anglesio es argentina pero vivió muchos años en Italia donde se formó haciendo un Master en Cultura Gastronómica y Comunicación en la Universidad de Ciencias Gastronómicas de Slow Food. Aunque parezca increíble, actualmente es la única argentina que cuenta con este título. Con el master recorrió toda Europa conociendo productores y métodos de producción y, por suerte para nosotros, documentó todas estas experiencias en su food blog www.lomejorde2mundos.com. “El master lo que busca es formar gastrónomos: un nuevo tipo de profesional con habilidades interdisciplinarias en todos los campos que están vinculados con la gastronomía, sin limitarse al alimento”, nos explica Angie. “Creo que hacía falta comunicadores específicos que comprendieran el complejo entramado que va desde la producción a la mesa. Todo eso bajo la mirada del movimiento slowfood que se contrapone a la manera de producción y de consumo del modelo fastfood poniendo en valor las culturas y tradiciones locales de cada país”.

¿Cómo fue el proceso de irse a perfeccionar al exterior con tan sólo 17 años? “Fui por primera vez a Italia a terminar el secundario porque me llamaba mucho la atención la historia de mi abuelo. Él no tuvo el desafío convencional del inmigrante italiano que se cruza el océano en barco y tiene que venir a buscarse la vida, y me daba mucha curiosidad entender el porqué de su decisión y pisar sobre sus pasos para poder entender el cómo empezó nuestra historia”, comienza relatando Angie. “Ese primer año que viví en Turín me cambió la manera de ver el mundo, me apasioné por la cultura de ese país y quise saber más sobre todo lo que había pasado y lo que pasa allá. Me volví una italiana más, aceptando el desafío de arrancar una nueva vida en un país distinto en el que había crecido. Viviendo en Milán trabajé en marketing mientras que iba empapándome de la cultura gastronómica italiana. A través de visitas a bodegas, a productores de jamones y afinadores de quesos me di cuenta que había una parte de mí que se inclinaba fuertemente a lo gastronómico. Por el comentario de una de estas personas me enteré de la Universidad de Ciencias Gastronómicas y al conocerla instantáneamente empecé a pensar cómo iba a hacer para lograr el sueño de poder estudiar ahí”.

El sueño se hizo posible y sus altas calificaciones durante la cursada le abrieron las puertas para trabajar como asistente de medios de Joe Bastianich (Master Chef Italia y dueño de más de 40 restaurantes en Estados Unidos) en sus oficinas de Nueva York. “Bastianich es uno de los mecenas de la Universidad de Ciencias Gastronómicas y estaba buscando una persona de sus filas para que llevara su agenda cotidiana (de su vida entre Milán y New York) y la comunicación de sus restaurantes”, recuerda Angie. “A Joe le impresionaron mis competencias en las relaciones públicas, así como el conocimiento del negocio food&wine, como se lo llama allá, además del gran dominio en los idiomas italiano, inglés y español, útil en los principales mercados donde desarrolla sus negocios. Empecé con pocas responsabilidades en su oficina de New York (a metros de Eataly) que poco a poco fueron creciendo y actualmente continúo colaborando con él remotamente desde Buenos Aires”.

Cuando regresó a la Argentina, Angie empezó a trabajar con las principales marcas de productos gastronómicas y fue convocada por Editorial Catapulta para encabezar sus proyectos de libros gastronómicos, a los que se dedica desde hace ya un par de años. “Haciendo campañas de publicidad gastronómica para marcas prestigiosas conocí a un fotógrafo muy importante que estaba en contacto con la editorial en la que me desempeño actualmente. Resulta ser que la editorial estaba buscando un perfil que pudiera transmitir toda la italianidad y la fuerza de la pastelería de este país en el libro de Donato de Santis, y así fue que nació Puro Dolce”, asegura la periodista, quien también escribe recomendando restaurants en cada destino que alcanza la compañía. “Es un trabajo que hay que hacer muy a conciencia porque los lugares que recomiendo tienen que ser afines a la identidad de los pasajeros de la aerolínea. Sin embargo, es muy divertido, porque en la fase exploratoria voy a conocer muchos lugares que están por fuera del universo de lo conocido”, detalla.

-Si tuvieras que elegir un top five de imperdibles de Europa, ¿cuáles serían esos destinos?
-Sin lugar a dudas Copenhague, tiene que estar en la lista: es una ciudad que reboza de arte, modernidad y cultura. El futuro se fabrica en esta capital dinamarquesa que tiene una impronta propia. París, infaltable por su elegancia sublime, para perderse en sus opulentos cafés y sus librerías que parecen salidas de cuentos o para hacer un pic-nic en cualquiera de sus afamadas plazas o a las orillas del Sena. En esta lista también estaría Londres, ciudad real para dejarse atrapar por sus mercados llenos de productos de todo el mundo y curiosidades y para recorrer sus calles en búsqueda de los destacados landmarks: Tower Bridge, la abadía de Westminster, los palacios y el famoso Big Ben. Milán es la ciudad más cosmopolita de Italia, tiene las mejores vidrieras que Europa haya visto. Eso sin contar los renombrados restaurantes en los que se puede disfrutar un poco de la dolce vita en el medio del vaivén de los milaneses atareados. Por último, si bien no menos importante, está Ámsterdam, la reina de los canales llena de historias de piratería por haber sido uno de los puertos más importantes para el comercio con oriente. Rica en museos de arte y bici-amigable es ideal pasear por sus negocios independientes mientras se saborean exquisitas cervezas y se degustan algunos de los mejores quesos del mundo.
Por Damián Serviddio