Tomar canciones de un artista reconocido y aunarlas en un relato no siempre tiene resultados memorables. Eso sucede con “La música de mi vida”, inspirada en la discografía de Bruce Springsteen. La película de la directora Gurinder Chadha (la misma de “Bend it like Beckham”) nos cuenta la historia de Javed, un joven pakistaní viviendo en una pequeña ciudad inglesa a fines de la década del 80. Enfrentando la xenofobia de algunos vecinos y las imposiciones culturales y religiosas de su padre, este chico de 17 años siente que nadie lo entiende. Hasta que otro outsider como él le presta dos cassettes de El Jefe. Es instantáneo, Javed descubre que el músico lo comprende y que su música habla de las dificultades por las que él mismo atraviesa. A partir de allí, de apoderarse de esas letras, Javed va ganando confianza en sí mismo para proponerse metas que hasta ahora le parecían inalcanzables como, por ejemplo, convertirse en escritor.
La propuesta, correcta desde los aspectos técnicos, confió demasiado en el poder del tracklist de Springsteen y la nostalgia de quienes fueron fanáticos durante su adolescencia del oriundo de New Jersey. Todo es prolijo y cuidado al extremo, pero hay una falta de emoción genuina y de calidez que es notoria. La carencia de cierta magia en los cuadros musicales también nos deja con ganas de que los realizadores le pusieran una dosis extra de creatividad a esos momentos especiales del guión. Incluso el amor y fanatismo de Javed y su amigo hacia Bruce no resultan del todo creíbles. Inspirada en una historia real de aquellos dos jóvenes que vieron más de cien veces en concierto a su ídolo, las casi dos horas de duración y la distancia emotiva son una fuerte barrera para que el público se sienta incluido dentro de las vivencias de estos dos personajes.
Por Damián Serviddio