El bache de casi dos años entre primera y segunda temporada, o la pérdida de tensión entre los protagonistas, pueden explicar el por qué esta segunda parte de ‘Marseille‘ deja sabor a poco. Hay elementos estéticos y característicos de los primeros ocho episodios que no están presentes en esta nueva tanda de capítulos en donde Gerard Depardieu deja el centro de la escena y en donde el conflicto político se funde con el deportivo: el presidente del club local es asesinado en circunstancias extrañas y a partir de allí el nuevo alcalde de Marsella y su séquito verán como oscuros intereses tratarán de vender el estadio y el equipo, emblema de la identidad de los vecinos.

Ya develado el pasado que une a Taro y Lucas, y con una ambivalencia que los lleva a colaborar en varias oportunidades, ahora los otrora enemigos deberán unir fuerzas contra el partido opositor, la mafia que intentará asesinar a la hija de Robert y un grupo terrorista que tratará de causar el mayor daño posible al corazón de la ciudad.

La primera serie original de Netflix para Francia puede tener un cierre con este segundo año, a pesar de la última escena que presagia que no todo huele a rosas en la política de la tercera ciudad en importancia de ese país.