En Oporto tuvimos la oportunidad de compartir un día entero con Julián y Tine, hermano y cuñada de Mark. Decidimos salir temprano del departamento donde nos alojamos y encontrarnos en el Majestic, uno de los cafés más prestigiosos de la ciudad. Los scons y las tostadas con manteca caliente recién derretida fueron nuestra fuente de energía para la caminata.
Recorrimos el centro, nos perdimos en las calles irregulares que bajan de la Catedral de Oporto al río Duero, para terminar en el acceso al emblemático Puente Luis I que conecta el casco histórico de la ciudad con las principales bodegas.

Elegimos entrar a Bodegas Calem y el costo era 12 euros cada uno, con visita guiada y degustación premium de tres vinos diferentes sobre el final: Cálem Oporto White & Dry, Cálem Tawny 10 años & Cálem Late Bottled Vintage.

La atmósfera de la visita era mágica. Primero recorrimos una instalación muy moderna en el museo interactivo, donde había videos y proyecciones a media luz y diferentes maneras de identificar a través del olfato especias y productos asociados a la cata de vinos. Como un primer ejercicio para conectar con la sensibilidad. Más tarde, con un guía muy divertido, recorrimos la parte más histórica de la bodega, donde vimos la cubas y las fechas de los vinos más añejos.
Sobre el final, aleatoriamente elegimos sentarnos con parte del grupo para realizar la degustación en la sala destinada para eso. Había ingleses y estadounidenses. Hablamos un poco. Nos recomendábamos qué beber primero, si el vino más dulce o el más fuerte. La pareja inglesa era conocedora de vinos y bodegas, mientras que los norteamericanos no tanto. nosotros oficiábamos de nexo entre naciones. Esa sala era amplia y muy luminosa. El vino era dulzón e invitaba a la alegría. Decidimos sacarnos una foto para el recuerdo.

Más tarde, en el gift shop compramos un vino oporto para tomar a la noche. Sí, para nosotros, nada para regalar!
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