Una madre que aún sigue buscando justicia por la violación y muerte de su hija encuentra en unos carteles abandonados en las afueras de Ebbing, Missouri, la oportunidad de reflotar el caso y exigir avances. Contrata esos tres anuncios en los cuales no sólo recuerda cómo fue la muerte de la joven sino que interpela al comisario a que dé respuestas de por qué el asesino aún continúa sin ser identificado.
Frances McDormand en uno de sus personajes más celebrados por la crítica (tuvo varios premios por este papel) es el centro de la película que plantea cómo los miembros de una familia partida por el dolor pueden reaccionar frente a la tragedia y al asedio policial posterior. Hace una crítica al sistema de seguridad de la Norteamérica profunda, de esos pueblos en donde sheriff y asistente tienen el poder absoluto, y aún en la actualidad persiste el odio racial y la homofobia al momento de las detenciones. Sam Rockwell como el frágil, inestable y patético asistente del comisario carga también con gran parte de la trama, sobre todo en su segunda mitad. Es una película que seguro dividirá las aguas entre quienes la amen y aquellos que la consideren sobrevalorada.