La película ganadora del Oscar en el rubro de mejor maquillaje y peinado está inspirada en los hechos reales que desembocaron en el me too. Tratando de reflejar parte del lado B del mundo de los noticieros, el guión de Charles Randolph muestra cómo es la construcción de las noticias a favor de los candidatos políticos afines a los intereses del multimedio. Aprovecha a diseccionar la fuente del poder del grupo Fox y su red de medios al mando de la familia Murdoch. Roger Ailes es el mandamás, el creador de este negocio con ganancias millonarias al mes. Un hombre misógino, que aprovechó su lugar privilegiado para extorsionar a las jóvenes que soñaban entrar en la cadena a cambio de sexo. Si no lo lograba, las intimidaba al punto de hacerlas renunciar. 

La cadena, de las más conservadoras de Estados Unidos, obligaba a sus periodistas a decir lo que su público esperaba, aún cuando eso significara rebajarse y perder todo tipo de dignidad a las ofensas recibidas, por ejemplo, por el entonces candidato a presidente Donald Trump. Megyn, Kayla y Gretchen son tres mujeres maltratadas, utilizadas y acosadas por ese sistema. Sólo basta que una alce la voz para que las demás se animen a contar lo que padecen a diario dentro de su lugar de trabajo.

La cinta, que pasó por la temporada de premios con varias nominaciones pero escasos reconocimientos, tal vez no cuenta nada que no se sepa, pero siempre ayuda a la memoria poner en orden los hechos que hicieron que una cadena como Fox News -la franquicia de noticias más grande de la historia- debiera admitir los crímenes contra las mujeres y compensar a todas las damnificadas. El elenco de lujo que encabezan Charlize Theron, Margot Robbie y Nicole Kidman tiene logrados trabajos para llevar a la pantalla grande uno de los temas más impactantes de la cultura norteamericana de los últimos años. Se destacan los trabajos de John Lithgow, Allison Janney, Kate McKinnon, más las participaciones de Malcom McDowell, Connie Britton, Jennifer Morrison y las estrellas adolescentes de Netflix Liv Hewson y Brigette Lundy-Paine.

Por Damián Serviddio