Mike y Marcus son compañeros de trabajo hace 25 años, pero la vida previa a ser uno de los dúos más famosos de la policía de Miami está a punto de volver para cobrar venganza. Isabel, una líder narco, acaba de fugarse de una prisión de máxima seguridad y con la ayuda de su clan comenzará a eliminar, uno a uno, a los responsables de la muerte de su marido, incluyendo jueces, peritos y al propio Mike. A punto de retirarse para disfrutar de la tranquilidad de su casa y de su nieto recién nacido, a Marcus le cuesta acceder al pedido de su amigo: una última misión de los Bad Boys para descubrir la verdad tras esa serie de sangrientos asesinatos.
Recuperando el estilo de las producciones que llevaron la firma de Jerry Bruckheimer durante tantos años, hay algo de las comedias de acción de los noventa muy presente en esta tercera entrega de la saga. Tanto es así que el director de las dos primeras películas, Michael Bay, tiene un pequeño cameo que no pasará inadvertido para los fans. Si bien es una historia independiente, los seguidores celebrarán cada link con sus predecesoras, lo mismo cada vez que suenan los acordes de su banda sonora, a esta altura todo un clásico.

El proyecto de completar la trilogía daba vueltas desde 2008, y en esta necesidad de Hollywood de reflotar viejas ideas exitosas, Bad Boys para siempre encontró su lugar en la temporada actual. Pero no se detendrá, hace un mes anunciaron una cuarta entrega, aún sin fecha de estreno prevista. La química entre Martin Lawrence y Will Smith está intacta, siendo el humor del primero de lo mejor que tiene el filme. Quien más desentona es Kate del Castillo, con cualidades actorales por lo menos dudosas como la villana de turno. No es que se esperara demasiado, pero su mala de telenovela es más risible que temeraria.
Por Damián Serviddio