Si tenés ganas de leer un texto que te conecte con tu interior en no menos de una hora, este es el libro indicado para una espera en un turno, un aeropuerto o antes de ir a dormir. Con una distribución de su contenido en capítulos cortos, el renombrado psiquiatra estadounidense y director honorario del Departamento de Psiquiatría del hospital Mount Sinai de Miami, Brian Weiss, detalla elementos que buscan la introspección y la sanación.

No es novedad el éxito de Weiss, que ya cuenta con diez best sellers y es considerado uno de los autores en temas de espiritualidad más respetados alrededor del mundo. Entre sus obras destacan “Muchas vidas, muchos maestros”, “Lazos de amor” y “Muchos cuerpos, una misma alma”. Todos ejemplares que pueden formar parte de tu biblioteca, sobre todo porque son lecturas a las que uno acude en reiterados momentos de la vida.

Concretamente estas páginas agudizan los sentidos por entender qué es la meditación. Con fórmulas y recetas esparcidas por doquier, la meditación se ha convertido en un fenómeno urbano, pero aquí es tratado con simpleza y con una cantidad importante de ejemplos que coloca el autor para acercar la idea de meditación al mayor público posible.

Weiss habla de la meditación como la técnica que efectivamente puede experimentarse para conseguir paz interior, y que con su práctica nos permite replantearnos nuestra visión sobre el contexto que nos rodea y –fundamentalmente- sobre nosotros mismos, y el sentido de nuestras acciones y pensamientos.

Para el autor, la importancia de la práctica tiene que ver con que es un método que ayuda a desarrollar confianza en la capacidad que todos tenemos para utilizar nuestras energías a fin de purificar el cuerpo y la mente, en el camino por descubrir y desarrollar nuestra espiritualidad.

Si bien el autor focaliza en aquellas personas que son beneficiadas con la meditación por padecer insomnio, ansiedad, fobias, problemas de peso y diferentes enfermedades, este libro es válido para quienes quieran conectarse consigo mismo de una manera intuitiva y singular.

Por Marcos Mutuverría