Gatsy (Timothée Chalamet) y Ashleigh (Elle Fanning) planean pasar un fin de semana romántico en Nueva York, pero no sólo el clima conspirará en su contra. Además de una lluvia persistente, la ciudad les deparará aventuras completamente diferentes a ambos, las cuales vivirán por separado. Él se reencuentra con la hermana de su ex novia y participa en el rodaje de un cortometraje donde aprovecha para ponerse al día con Chan (Selena Gómez). La idea es mantener un bajo perfil para que su madre (Cherry Jones) no sepa que está en la Gran Manzana y lo obligue a ira su gala anual. Por otra parte, su novia dedica el sábado a entrevistar a un deprimido director de cine (Liev Schreiber) odiado con su nueva película y enfrentado a su productor (Jude Law). En medio de la locura y las corridas de ese día, conoce a la estrella latina del momento (Diego Luna) de la que cree enamorarse casi al instante. El romance finalmente hará su aparición en este fin de semana, pero no como ellos lo habían planeado.

Fanning está pasando por uno de sus mejores momentos, con tres películas en simultáneo en cartelera, y aquí logra lucirse una vez más en su faceta cómica. Si se la compara con Chalamet, gana por varios puntos: el actor de “Llámame por tu nombre” se puso en modo-Allen-neurótico y parece casi una imitación de los mejores roles actorales del director. Prácticamente todos los personajes parecen haber perdido la autocensura y dicen lo que piensan sin filtros, no estamos acostumbrados a eso y allí los grandes momentos de risas de “Un día lluvioso en Nueva York”. Woody Allen despliega todo el cinismo posible hacia esa ciudad a la que ama profundamente y permite que todos los actores, aún los de roles más pequeños, tengan su posibilidad de lucirse. Eso habla de la calidad del guión construido por Allen, siendo una película disfrutable aún sin ser de las mejores de su filmografía.

Por Damián Serviddio