Las reinas del crimen

En Hell’s Kitchen, Nueva York, en el año 1978, tres delincuentes son detenidos por el FBI. Ellos son quienes manejan los negocios sucios del barrio, cobran por proteger a los comerciantes y atacan a los deudores de su “servicio”. Tras el juicio son condenados a tres años de prisión y sos sus mujeres quienes, ahogadas por deudas, deciden tomar su lugar en la organización. Montan su propia estructura de protección, se alían con los italianos de Brooklyn y van relegando a sus compatriotas, los irlandeses de Hell’s Kitchen. Ellas no saben hasta qué punto pagarán, y muy caro, esta traición a la familia.

“Las reinas del crimen” es una película que va a tono con la necesidad de Hollywood de presentar mujeres fuertes e independientes, realzando el empoderamiento femenino, en este caso con resultados dudosos. El diseño de producción es muy logrado, al igual que la mayoría de los rubros técnicos. Elisabeth Moss carga con un personaje vulnerable que comienza a ganar confianza en sí misma, aunque no deja de ser ingenua e inocente en el mundo de delincuencia en el que va ingresando. Melissa McCarthy, tras una serie de fracasos en la comedia, volcó sus elecciones artísticas hacia el drama, lo que incluso le valió una nominación al Oscar este año por “Can you ever forgive me?”. Su rol en esta cinta va por ese mismo camino, pero con algo menos de convicción. Quien más desentona en el trío protagónico es Tiffany Haddish, muy poco convincente en su interpretación de Ruby. Acompañando a las nuevas damas del crimen está Domhnall Gleeson que poco puede hacer con su personaje en los escasos minutos en pantalla. La resolución, apresurada y fría, tampoco está a la altura de lo propuesto a lo largo del film.

Por Damián Serviddio

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