Cómo las marcas de lujo están convirtiendo el fine dining en una experiencia de marca 

Del brunch en el Blue Box Café de Tiffany’s en Nueva York al latte con monograma en Le Café Louis Vuitton, las marcas de lujo están reconfigurando el mapa global de la gastronomía. Lo que antes era territorio exclusivo de chefs con estrellas Michelin, hoy también pertenece a las grandes casas de moda. Y no es casualidad: en un mundo dominado por la estética, la experiencia y la cámara del celular, el fine dining se ha convertido en una pasarela multisensorial. La tendencia comenzó con pasos tímidos y hoy ya suma una constelación de espacios gourmet alrededor del mundo. Gucci Osteria, con locaciones en Florencia, Beverly Hills y Tokio, combina el genio culinario de Massimo Bottura con la estética maximalista de la casa italiana. En Nueva York, el Armani/Ristorante de Madison Avenue con muebles de la línea Armani/Casa, mientras sirve cannelloni genoveses que evocan la cocina materna del chef Antonio d’Angelo.

“La alta gastronomía se ha convertido en el nuevo campo de expresión del lujo. Ya no basta con vestir la marca; hoy se trata de vivirla con todos los sentidos”, afirma Luis Alejandro Morales Ortíz, Executive Director en another, la agencia de comunicación estratégica con la mayor oferta de servicios en América Latina. Desde su experiencia con marcas globales, Morales Ortíz observa cómo el plato, el entorno y el momento son parte de una narrativa de marca cuidadosamente diseñada para dejar huella. “La gastronomía permite que consumidores aspiracionales interactúen con la marca sin necesidad de adquirir un producto de cinco cifras, pero sí con una vivencia que proyecta el mismo valor simbólico”.

El recientemente inaugurado Le Café Louis Vuitton, también en Manhattan, es otro ejemplo del despliegue creativo de la maison francesa: monogramas en los cappuccinos, flores LV en los sándwiches y postres esculpidos como piezas de arte. El espacio fue concebido junto a chefs con experiencia Michelin como Christophe Bellanca y Mary George, bajo la dirección de Stephen Starr, conocido restaurador neoyorquino. Y por supuesto, está el icónico Blue Box Café de Tiffany’s, donde sí, es posible tener “desayuno en Tiffany’s”. Ubicado en el sexto piso de su flagship de la Quinta Avenida, ofrece un set de desayuno o té de la tarde por hasta 98 dólares, entre caviar, croissants miniatura y raclette fundida sobre hamburguesas. Todo servido en vajilla azul, bajo una lluvia de cajas colgantes.

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