El Rinconcillo nació en 1670 y es el bar más antiguo de Sevilla. La familia De Rueda lo adquirió en 1858 y hasta el día de hoy gestiona el lugar. Todo su menú rebosa de historia y platos típicos. En nuestro último viaje, fuimos a almorzar -previa reserva- y nos tentamos con las espinacas con garbanzos y el solomillo ibérico. El lugar tiene un estilo medieval, con una barra y espacios para tomar o picar algo, pero también dos pequeños salones manejados por sus mozos. Las reservas son para esos espacios.



Siempre que vamos a lugares así, reparamos en las personas que trabajan con el turismo, cómo miran, identifican y tratan a la gente. También cómo se adelantan a preguntas, insistencias y hasta algunas oraciones. Está quien llega tarde al turno, quien no se decide por pedir un plato… y quienes escuchan. Ese mediodía, el mozo estaba cansado y reparó en una pareja de ancianos que había llegado puntual a su turno, pero esperaban a su hija y nieta que parecían no preocuparse por el reloj. Entonces el mozo los invitó a ordenar sus platos y que valoren su tiempo. La cara de los abuelos se iluminó y no dudaron en pedir y agregar vino para brindar. Y el mozo lo dijo: “el tiempo es muy valioso, yo estoy esperando que pasen 13 años para jubilarme, acá se trabaja mucho”.



De viaje, y con tiempo libre, esa frase nos resonó. El tiempo es oro. Y hay que tener gratitud por las oportunidades para viajar y conocer lugares tan maravillosos como ese. El mozo, casi en confesión, dio testimonio de lo valioso que muchas veces puede ser aceptar el paso del tiempo, pero también agregar calidad de vida (sin esperas innecesarias) al tiempo que queda de vida.
