Dicen que a las 108 horas de vigilia se cruza el umbral en donde quedamos en medio de la vida, el sueño y la muerte. Sólo quienes logran alcanzar la meta expanden su campo sensorial, se conectan aún más con las emociones y pueden sentir en carne propia los padecimientos de quienes están en otro plano. Un grupo de actores decide montar una pieza inédita basada en los diarios de una paciente psiquiátrica: la apuesta es arriesgada ya que la locación es la misma clínica en donde vivió la persona que inspira la ficción. Comandados por una directora de métodos radicales (Belén Rueda), sus discípulos (Eva de Dominici, Eugenia Tobal, Juan Guilera y Natalia de Molina) deciden aceptar la práctica y romper el límite de las 108 horas para poder encarnar a cada uno de los personajes. Sin embargo, cruzar la línea que divide a vivos de muertos puede que tenga resultados irreversibles en su psiquis y en su comportamiento. ¿Quiénes son ellos en ese momento, actores en la piel de un personaje o espíritus poseyendo a los intérpretes?

Dirigido por Gustavo Hernández, este thriller psicológico coproducido con España y Uruguay tiene una factura técnica impecable, recortándose por encima de otras propuestas locales dentro del género. Se nota que hubo un gran estudio detrás aportando un presupuesto holgado, pero eso no es garantía de calidad en todos los casos. Aquí, por suerte, casi todo funciona a la perfección. No sólo es una película bien realizada, sino que cuenta con grandes actuaciones de parte de todo el elenco, con un equilibrio pocas veces visto en la temática. Y no sólo en el ámbito nacional. Es cierto que demasiadas complicaciones tras su segundo punto de giro pueden confundir y abrumar un poco al espectador que no necesariamente se alegra con tantas vueltas de tuerca. Pero nada que reste mérito a una de las propuestas de terror más atractivas del la producción local.