Después de ocho películas llega el primer spin-off con dos de los personajes más populares de las últimas entregas de Rápidos y Furiosos: Dwayne Johnson en la piel de Hobbs y Jason Statham como Shaw. Todo comienza en Londres donde un virus es robado por una ex agente del MI6. Obligados a trabajar juntos en el caso, estos dos detectives con diferentes técnicas de trabajos deben limar asperezas para lograr encontrar lo que es una potencial amenaza de exterminio de la humanidad. 

En un intento de refrescar y expandir el universo de RyF que comienza a dar señales de saturación, a pesar de su exitoso rendimiento en taquilla, los productores fueron al combo seguro: explosiones, disparos, trama simple, buenos autos y algo de intriga. Para ello, y en espera de la novena entrega de la saga principal que estará llegando a los cines en 2020, decidieron sumar un atractivo personaje femenino: Hattie, la hermana de Shaw interpretada por Vanessa Kirby (The Crown).

La película tiene varias secuencias espectaculares, como la del comienzo en paralelo entre Los Ángeles y Londres, o el escape del edificio de la CIA y su posterior persecución. Sin embargo, el costado de superhombre del personaje de Idris Elba es demasiado descabellado. Va en sintonía con el juego de desbordes que siempre propuso la franquicia, pero se pasa un poco de la raya. Buscadores de realismo abstenerse. Fans del delirio y de los tiros a lo loco tienen más de dos horas de satisfacción garantizadas.

Por Damián Serviddio