Con su historia recién conocida en 2010 cuando se revelaron diarios personales, la última peli de Stephen Frears (La Reina) nos lleva a finales del 1800 cuando Abdul, un empleado de un cárcel de la India es llevado hasta Londres para presentar un tributo a la Reina Victoria. Casi sin quererlo, y con un cruce de miradas prohibido pero que encendería la curiosidad de ambos, Abdul va ganándose un lugar de confianza con la monarca, pero no así con su entorno, que ve con malos ojos la incorporación de un humilde indio en la corte británica.
Convertido en su ‘munshi’, algo así como un maestro de disciplinas como el Corán o el manejo del urdu, Abdul oculta ciertos hechos de su vida y de la historia de su país en relación a la dominación inglesa que podría hacer tambalear la relación entre ambos. Fascinación, admiración, enamoramiento… sería difícil encontrar una sola palabra que defina la relación que crece entre ellos y que encuentra uno de sus puntos más dulces en un baile improvisado en las terrazas de una de las residencias reales. Y nada de esto sería posible sin la gran química y complicidad que se genera entre Judi Dench y Ali Fazal, estupendos en sus roles.