Un aventurero con programa televisivo en descenso de rating (¿cómo ganarle a los videos tiernos de animales en las redes sociales?) decide inventar que se topó con el yeti, justo en el momento en que uno de los yetis reales visita el Himalaya. A partir de ese momento, este dúo improbable (las escenas con ellos tratando de entenderse y ser testigos de cómo cada especie analiza las conductas de la otra, son muy divertidas) decide emprender un camino forjando una amistad que deberá superar la barrera más grande de todas: la intolerancia de los demás.

Pie Pequeño tiene ingenuidad, colores brillantes, una cuidada animación, canciones pegadizas, una historia simple pero tierna para niños… todos los ingredientes para funcionar a la perfección y ser disfrutada en familia. Decir la verdad o proteger a su pueblo será el debate interno de Migo, el aventurero yeti. La imposibilidad del hombre por aprender de lo extraño sin intentar primero domarlo y encerrarlo también es parte de la historia que promueve el diálogo, la paz y la comunión entre pueblos diversos. Algo de lo que necesitamos, más que nunca, en la actualidad.

Por Damián Serviddio