Llegamos a Lisboa algo cansados después de tantas horas de vuelo y decidimos ir a El Corte Inglés que tiene un vista hermosa desde su último piso. Además, pedimos varias cosas dulces para probar la panadería portuguesa.

Siendo Monumento Nacional de Portugal, el Acueducto de las Aguas Libres tiene una longitud total de 58 kilómetros pero el tramo más famoso es el de los arcos sobre el valle de Alcántara. Su creación fue impulsada por el rey Juan V y desde 1748 brinda agua a la ciudad. Desde el Museo del Agua, al que se accede a pocas cuadras, puede visitarse el reservorio y hacer una visita por el camino por encima de los arcos: el más alto tiene una altura de 65 metros!

La Torre de Belém fue planeada por el rey Juan II y completada por Manuel I para la protección del Río Tajo. Cuando dejó de cumplir su función pasó a ser -sucesivamente- una cárcel, aduana, posta telegráfica y faro. Sus mayores trabajos se reparación se dieron en el siglo XX.

La entrada tiene un costo de €6, con descuentos a estudiantes y menores de 12 años. La torre tiene 5 pisos y para subir a la parte superior son 93 escalones por una angosta escalera caracol. Los turnos para subir o bajar están indicados en pantallas que habilitan cada tramo. El maximo de visitantes es de 120 personas.

El ticket además da acceso a las torres vigías y a las dos terrazas. A la altura del patio central se encuentran los cañones, el puente levadizo y la puerta guillotina, lo que hacía que la Torre fuera impenetrable por el enemigo. Por debajo, las celdas, a las que está prohibido ingresar.

Fuerte militar, panorámica de la ciudad y hogar de decenas de pavos reales. El castillo de San Jorge mira a Lisboa desde la altura y es un paseo de los más típicos cuando se visita la ciudad. Nosotros no pudimos resistirnos a pesar del mal clima y hasta ahí fuimos.